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Desde las aulas de la Universidad de Santander (UDES), un grupo de profesores y estudiantes del programa de Instrumentación Quirúrgica han emprendido una iniciativa ambiciosa y socialmente responsable: el proyecto ‘El Recolector’.
Con esta iniciativa, se busca contribuir al cuidado del medio ambiente y mejorar la salud de las comunidades a través de estrategias sostenibles. Gracias a este proyecto, se ha logrado sembrar semillas de cambio en la fundación Hogares Crea en Piedecuesta, Santander.
Hogares Crea es una fundación que trabaja con personas en proceso de rehabilitación por consumo de sustancias psicoactivas. Aquí, ‘El Recolector’ ha encontrado un terreno fértil para cultivar no solo alimentos orgánicos, sino también esperanza y oportunidades de transformación.
El camino recorrido
El pasado 10 de mayo, los estudiantes de Instrumentación Quirúrgica, junto con las profesoras líderes del proyecto, Patricia Tarazona, Patricia Pertuz y Adriana Acevedo, llevaron a cabo la implementación de una huerta casera en las instalaciones de la fundación. Pero este proyecto no surgió de la noche a la mañana; fue el resultado de meses de preparación y capacitación.
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Previamente, con los residentes del lugar se realizaron talleres sobre clasificación de residuos, compostaje y germinación de semillas. Estos talleres no solo les brindaron conocimientos técnicos, sino que también los empoderaron para involucrarse activamente en el cuidado de la huerta.
Durante la jornada de implementación, los estudiantes y residentes trabajaron codo a codo en la siembra de diversas hortalizas, teniendo en cuenta las características del terreno y las preferencias alimentarias de los jóvenes que están en proceso de rehabilitación. Esta actividad no fue solamente agrícola, sino también la oportunidad de crear un vínculo con los habitantes de la fundación y los estudiantes de la UDES, convirtiéndose en un espacio de encuentro y aprendizaje mutuo.
"Fue maravilloso ver el interés, las ganas, el entusiasmo de los residentes. Se notó la calidad de personas, el cuidado y el amor con que sembraban las plantas, la dedicación. Cuando estábamos haciendo la jornada de capacitación, el interés que cada una de estas personas prestaba, las preguntas, las dudas, todo eso hacía ver el verdadero compromiso que tenían", comentó la profesora Patricia Tarazona.
Vea las fotos de la jornada aquí:
Más allá de la construcción de la huerta, el proyecto busca generar un impacto sostenible en la comunidad. Se espera que los residentes puedan cultivar y cosechar sus propios alimentos orgánicos, lo que contribuirá a su seguridad alimentaria y les brindará una oportunidad de emprendimiento a través de la comercialización de estos productos.
Pero quizás el aporte más valioso de esta iniciativa sea el impacto positivo en la salud mental de los residentes. El cuidado y cultivo de la huerta se convierte en una terapia ocupacional, una responsabilidad que les permite enfocarse en algo productivo y gratificante, facilitando su proceso de rehabilitación.
"Ellos se van a organizar y cada uno va a tener su responsabilidad, el cuidado de estas plantas. De ellos depende que esto llegue a dar frutos que más adelante les servirán para su alimentación diaria, para cocinar, para sus alimentos. Esto va a ser de gran ayuda para ellos", agregó Tarazona.
El éxito de esta experiencia ha motivado a los organizadores del proyecto ‘El Recolector’ a continuar llevando estas estrategias ambientales y sociales a otras comunidades e instituciones que lo requieran, aportando a la salud planetaria y seguridad alimentaria que hacen parte de los objetivos que tiene planteados la universidad de Santander, apuntando a uno de los objetivos de desarrollo sostenibles de la OMS como lo es hambre cero. "Si nosotros tenemos ese conocimiento y podemos llegar a diversas comunidades, es nuestro deber como seres humanos y profesional de la salud enseñar, capacitarlos y construir con ellos entornos ambientales limpios que protejan su salud como lo dice el lema del proyecto el recolector.
Esta iniciativa refleja cómo la educación superior puede trascender las aulas y generar un impacto positivo en la sociedad, combinando la protección del medio ambiente con el desarrollo social y la mejora en la calidad de vida de las comunidades más vulnerables. Una semilla de esperanza ha sido plantada en Hogares Crea, y su fruto promete ser abundante y nutritivo, no solo para el cuerpo, sino también para la salud mental.
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Gratitud
La Fundación Hogares Crea trabaja en la reeducación del carácter de hombres mayores de 17 años que enfrentan problemas de consumo de sustancias psicoactivas. Esta institución, que celebra 39 años en Santander. La directora de Hogares Crea en Piedecuesta, psicóloga Daisy Bermúdez, expresó su gratitud por esta iniciativa liderada por la UDES. "Realmente es muy beneficioso, pues se abre la posibilidad de establecer una tarea que los residentes van a desarrollar, aportando a la reeducación de su carácter", afirmó.
Según explicó la directora, el cuidado de las plantas cultivadas en la huerta recién implementada contribuirá a que los residentes aprendan a cuidar de otros y resaltó que esta actividad les brindará una gran responsabilidad y les permitirá obtener alimentos.
Además, la directiva de Hogares Crea destacó la importancia de que los futuros profesionales de la salud se vinculen con la naturaleza y conozcan las realidades sociales que enfrentan poblaciones vulnerables. "Es valioso para la formación de un profesional, pues no solo hace parte de una responsabilidad social como seres humanos, sino que también vienen a conocer una población y una parte de nuestra vida”, expresó.
Asimismo, Daisy Bermúdez resaltó el valor terapéutico de la huerta para los residentes de la fundación. "Es una oportunidad de crear redes de apoyo y los jóvenes pueden aportar desde su experiencia. Esperamos que esta huerta sea el comienzo de una bonita labor, es una oportunidad para que ellos canalicen sus emociones cuidando de otros", manifestó.
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Crecimiento personal
La implementación de una huerta casera en Hogares Crea promete sembrar semillas de cambio en la vida de sus residentes. Uno de ellos, quien ingresó al tratamiento en 2022, compartió su testimonio sobre el impacto que esta iniciativa ambiental y terapéutica tendrá en su proceso de recuperación.
Para este joven, Hogares Crea ha sido un espacio de reeducación y fortalecimiento del carácter, donde han aprendido a cultivar valores, hábitos y modales que la adicción les había arrebatado. "Lo que hace Crea es enseñarnos nuevamente a vivir, a tener esa fortaleza de decir no, ese amor propio, a querernos a nosotros mismos…", recalcó.
Precisamente, el proyecto de la huerta casera se alinea con este propósito de cultivo personal. "La huerta nos saca de la rutina y sé que los residentes se sintieron muy contentos con este espacio. Es un acto muy bonito que nos ayuda a fortalecer el compromiso, a estar pendientes de la naturaleza, a ver los resultados y el fruto que quedará", comentó el residente.
El joven aseguró que la responsabilidad de cuidar y hacer crecer las plantas sembradas en la huerta representa una oportunidad para demostrar su compromiso con el crecimiento personal.
Percepción de los estudiantes
El estudiante Anderson León Villamizar, cuenta cómo empezó la iniciativa y la expectativa de llegar al momento de la implementación de la huerta y la percepción que tuvieron con la interacción con los habitantes de la fundación, cómo fue la germinación de las semillas y el cuidado de las plantas desde el pasado mes de marzo hasta el día de hoy que se esta implementando la huerta. El estudiante resaltó la experiencia de empatía con los habitantes de Hogares Crea y el compartir con ellos y conocer como se sienten. "Entendimos el proceso que llevan para lograr un cambio en sus vidas. Ellos se sienten acogidos e incluidos por la sociedad y no sienten el rechazo al cual muchos de ellos están acostumbrados por su problemática. Para nosotros como estudiantes es una experiencia de reflexión para poder identificar cómo esta problemática del consumo puede cambiar nuestras vidas".
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El pasado 21 de mayo, el programa de Geología de la Universidad de Santander (UDES) lideró una jornada de geodivulgación en el Colegio Agroecológico Holanda, ubicado en la vereda Holanda de Piedecuesta. Esta actividad tuvo como objetivo explicar a los estudiantes los principios geológicos asociados a la actividad sísmica en la región debido a la existencia del Nido Sísmico de Bucaramanga.
La iniciativa, encabezada por profesores del programa de Geología, el Observatorio Sismológico del Nororiente Colombiano (OSNOC) y estudiantes del semillero Serendipia, buscó fomentar el conocimiento, la conciencia y la preparación de la comunidad estudiantil ante posibles eventos sísmicos en la zona.
Vea las fotos de la actividad aquí:
Durante la jornada, los expertos abordaron conceptos clave sobre los sismos y su relación con las características geológicas de la región. Además, los estudiantes del semillero Serendipia desarrollaron herramientas pedagógicas para facilitar la comprensión de preguntas frecuentes y mitos relacionados con esta temática.
La importancia de generar espacios de geodivulgación en sismología es que más jóvenes conozcan los fenómenos sísmicos y sepan cómo actuar en caso de emergencia. Con actividades como esta, se busca empoderar a la población y promover una cultura de prevención.
La UDES reafirma su compromiso con la divulgación científica y la promoción del conocimiento en temas relevantes para el bienestar de la sociedad.
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Investigadores de la UDES buscan desarrollar tecnología agroecosostenible para el establecimiento de la Sacha Inchi, es así que a partir del uso de microorganismos se generan estrategias que promueven la fertilización de la planta sin el uso excesivo de fertilizantes químicos.
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